FERNANDO SARRATE (Veterinario) Zoonosis en aves de compañía.

Javier Abrego/ febrero 16, 2021

Artículo escrito por Fernando Sarrate:  Veterinario en  el Hospital Veterinario Anicura San Fermin de Pamplona, y  socio en Nexomed, tambien tiene la capacitación como veterinario designado de experimentación animal por el gobierno de Navarra.

ZOONOSIS EN AVES DE COMPAÑÍA.

En las últimas décadas la relación entre los humanos y los animales han cambiado significativamente. El rol de los animales que viven en cautividad y en compañía de los humanos ha cambiado de ser animales de trabajo (ya sea como protección control de plagas etc.) a animales con una función social y de compañía.

Los animales domésticos pueden ser muy importantes para la salud mental y física de sus propietarios pero también deben ser considerados como un posible vector de enfermedades transmisibles entre animales y humanos (zoonosis)

Desde la perspectiva One Health, apenas ahora se empieza a tomar consciencia de la importancia de la relación entre animales domésticos de compañía y sus propietarios.

No solamente convivimos con más tipos diferentes de animales en espacios más pequeños y con funciones mucho más sociales (por tanto, con más vínculo y relación más estrecha), sino que las actividades que mantenemos con nuestros animales también han cambiado. Existen ciertos patrones de comportamiento que se repiten invariablemente entre las personas que tienen mascotas: compartir comida, encargarse de sus residuos, permitir lamidos o juegos que puedan implicar mordiscos picotazos y arañazos, o adopción de animales callejeros, abandonados o con un dudoso origen.

Todo esto sucede ante la impasividad de la comunidad sanitaria, supuestamente supervisado por una atención sanitaria veterinaria que resulta ser opcional para los propietarios. Además, ante esto, el profesional veterinario ni siquiera cuenta con las herramientas jurídicas necesarias para poder imponer unos mínimos que garanticen la salud pública.

La higiene y la buena salud general de los animales que se mantienen en las casas y de la población humana evita probablemente que se diseminen ciertas enfermedades infecciosas entre mascotas y sus propietarios. El buen funcionamiento de sus sistemas inmunes y la baja exposición a agentes infecciosos hace que los cuadros sean raramente graves, pero no hay que perder de vista que la simple presencia de agentes infecciosos, la resistencia a los fármacos o la exposición a ciertos parásitos puede minar la salud pública de una manera silente.

Tristemente hemos aprendido en los últimos meses que no tener mínimamente controlada la circulación de agentes microbianos patógenos puede traernos desagradables e incontrolables sorpresas.

Un caso que merece mención aparte es el referente a las aves domésticas. Dejando a un lado las aves ponedoras o de consumo de carne, es prácticamente imposible determinar la cantidad de aves domésticas que existen actualmente en España.

Ya sean aves ornamentales, aves de compañía, psitácidas, pertenecientes a colecciones, integrantes de columbarios, animales de cetrería o de exhibición, parece innegable que el número de individuos debe contarse por cientos de miles o quizás millones.

Lo peligroso de la patología aviar es que, en muchas ocasiones, los brotes de enfermedades infecciosas transmisibles a humanos pueden ser totalmente inaparentes a los ojos del criador e incluso del veterinario que los inspecciona (si lo hubiere). De hecho, muchos de los agentes patógenos ni siquiera lo son para las aves en cuestión, por lo que pueden ser transmisores asintomáticos muy fácilmente.

Además, viven en un absoluto limbo legal. Todo el mundo entiende que se necesita licencia e inspección veterinaria legal (declaración de un núcleo zoológico, con los requisitos que ello conlleva) para alojar, por ejemplo, un pequeño rebaño de ovejas. Sin embargo, no se suele pedir ninguna responsabilidad al aficionado a las aves ornamentales, que se suelen mantener alojadas por cientos y en condiciones, que en ocasiones rozan la insalubridad.

Según los estudios epidemiológicos realizados a este respecto, las vías principales de transmisión son el contacto directo entre aves y particulares, las ferias de ornitología y de comercio, las tiendas especializadas (donde se acumulan gran cantidad de individuos de orígenes diversos), el comercio internacional, y las transmisiones vectoriales (que incluyen a ectoparásitos como pulgas, mosquitos o garrapatas como vectores principales).

La lista de enfermedades potencialmente transmisibles por aves de compañía es prácticamente inabarcable, pero nos centraremos en las más importantes:

  • Clamidophylosis: también llamada clamidiasis, ornitosis, psitacosis, o fiebre del loro. Está causada por la bacteria intracelular obligada Chlamydophila psittaci. Es más frecuente encontrarlas en aves psitácidas pero los paserinos también pueden sufrirla. Los síntomas en humanos van desde los signos respiratorios leves hasta la neumonía severa, cursando con diarrea, conjuntivitis, artritis e infección en órganos genitales.

En un caso reportado en la Universidad de Gante, dónde se testaron animales y personas que pudieran haber estado en contacto directo con ellos, se concluyó que el 19,2 % de las aves fueron positivos por PCR a Chlamydophila psittaci, Y el 13 % de las personas en contacto también lo eran. Después de un tratamiento con antibióticos de amplio espectro indicados para tratar esta afección, el 60,6 % de animales y personas tratadas aún eran positivos por PCR. La Clamidophylosis puede ser transmitida de manera directa, indirecta o a través de vectores. La forma de contagio más común es la inhalación o ingestión de material fecal, saliva o inhalación de polvo (muy común en heces secas en aves).

  • Salmonelosis: el aislamiento de especies Salmonella sp en aves ha sido reportado hace ya mucho tiempo. Los síntomas en los animales pueden ir de ser completamente subclínicos a ser tan variables como diarrea, septicemia, osteomielitis, depresión, estasis de buche, deshidratación o anorexia. La variedad typhimurium (una vieja conocida de todos los estudiosos de la salud pública), se ha descrito en varias ocasiones en paserinos, provocando lesiones como granulomas en hígado, bazo, ojos o material óseo.

Estoy seguro de que muchos colegas veterinarios de explotaciones aviares en ganadería podrían dar buena cuenta de lo complicado que es el control de esta bacteria en especies aviares. Es de sobra conocido el impacto que Salmonella sp puede producir en la salud pública, ya sea contribuyendo a la resistencia a antibióticos o provocando brotes concretos, en función de la toxigenicidad de la cepa en cuestión.

  • Tuberculosis: el aislamiento de agentes pertenecientes al género Mycobacterium, no es extraña en aves domésticas. Las variedades más comunes son Mycobacterium genavense y Mycobacterium avium. En el caso de Mycobacterium tuberculosis se ha llegado a aislar en algunos pacientes psitácidas, con un aparente origen de contagio desde los humanos (y por tanto con un potencial papel de reservorio muy interesante). La cercana interacción de las psitácidas con el ser humano y, dependiendo de las especies, su elevada esperanza de vida, los hace un potencial reservorio de esta enfermedad con respecto a la salud pública, humana, y animal.
  • Campilobacteriosis: se reconoce a algunas especies del género Campylobacter como responsables de toxi-infecciones alimentarias. De hecho, fue la enfermedad zoonótica más frecuente en Europa en el año 2009. Ciertos estudios europeos han mostrado la elevada presencia de Campylobacter sp en el intestino de aves migratorias, y la importancia de su transmisión a aves cautivas en directa relación con el ser humano.
  • Enfermedad de Lyme: se han llegado a aislar diferentes cepas de Borrelia burgdorferi, en distintas garrapatas recogidas en colecciones de passeriformes en varios puntos del mundo, manteniendo en circulación este peligroso agente patógeno.
  • Influenza aviar: desde la primera década del actual siglo XXI, la importancia epidemiológica de la influencia aviar H5N1 es indudable. Además de la importancia de las aves migratorias en la transmisión del virus, se ha demostrado que este puede ser hospedado por animales que se desarrollan en contacto estrecho con los seres humanos. Por si esto fuese poco, la transmisión del virus también puede ser favorecida por el comercio de aves de compañía. Aunque puede dar lugar a la muerte de las aves infectadas, en muchos casos el cuadro clínico es silente, lo que conlleva un mayor peligro para la transmisión al ser humano.
  • West Nile: la fiebre del Nilo occidental es una zoonosis emergente transmitida por mosquitos, y está provocada por un flavivirus que ha sido aislado en distintas especies de passerinos y psitácidas. En las aves produce un cuadro subclínico, aunque puede llegar a provocar síntomas oculares o neurológicos. En seres humanos, el virus del West Nile provoca fiebres altas y cuadros neurológicos, y es uno de los candidatos para ser una de las nuevas enfermedades emergentes en Europa en las próximas décadas.
  • Toxoplasmosis: la toxoplasmosis es una enfermedad zoonótica que causa abortos y malformaciones en humanos cuando infecta a mujeres embarazadas. También es responsable, entre otros, de cuadros neurológicos en individuos con un alto nivel de inmunodepresión. Aunque tradicionalmente se relaciona con los gatos, también está presente en canarios, jilgueros y periquitos (en los que puede llegar a inducir ceguera súbita como principal síntoma). Por lo que se sabe, las infestaciones en aves son potencialmente menos infectivas que en gatos, ya que no hay constancia de que se eliminen dichas formas infectivas en heces.
  • Criptococcosis: transmitido principalmente por palomas, Cryptococcus neoformans es un hongo que provoca infecciones fúngicas oportunistas en personas con un sistema inmunitario debilitado (generando cuadros tan graves como neumonías y meningitis). Se han aislado también Cryptococcus en aves mascotas alojadas en aviarios con acceso al exterior, probablemente tras entrar en contacto con las deposiciones de palomas salvajes infectadas.

Aún a pesar del desconocimiento generalizado del gran público, el potencial de las aves domésticas como transmisores de enfermedades es muy importante. Su cercanía al ser humano, las patologías que comparten, incluso entre distintas especies, el papel que cumplen las aves migratorias, la inmensa cantidad de individuos convivientes en la mayoría de las ocasiones, y lo insidioso de los cuadros clínicos, que hacen aún más difícil su detección precoz, son algunos de los factores que hacen que las aves domésticas merezcan nuestra atención desde el punto de vista de la salud global.

Es necesario visibilizar a esta no tan pequeña pero infravalorada proporción de animales domésticos y estar preparados para reaccionar ante los posibles desafíos sanitarios que pueden desencadenar. Un control más exhaustivo de su comercio, tenencia y cría, unas líneas de actuación más definidas para los profesionales y una legislación acorde, podrían ayudar a mantener, al menos bajo cierto control, la circulación de ciertos patógenos que, transmitidos por aves, podrían “volar libres” y transmitirse descontroladamente, con el riesgo que esto supone para la salud pública.

Saber más sobre One Health:https://amazingbooks.es/one-health/

 

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